El Engaño de Zeta Reticuli: Cómo un Error se Convirtió en Leyenda OVNI


Las abducciones extraterrestres: ese delirio cósmico donde la paranoia y la ciencia ficción se abrazan con fuerza. Un concepto que se ha instalado en la cultura popular a fuerza de películas, libros y relatos de individuos convencidos de haber sido secuestrados por seres de otro mundo. En esencia, hablamos de un secuestro intergaláctico: luces en el cielo, tiempo perdido y una invasión de lo desconocido. Pero, ¿qué tan real es todo esto?

Para los entusiastas del fenómeno, la historia comienza oficialmente en septiembre de 1961, cuando Betty y Barney Hill, una pareja de New Hampshire, aseguraron haber sido interceptados en plena carretera por un objeto volador no identificado. Según su testimonio, la noche arrancó como cualquier otra hasta que una luz brillante empezó a seguirlos.

Lo siguiente fue una elipsis: un salto en el tiempo, recuerdos fragmentados y una sensación de que algo –o alguien– había metido mano en su historia. Bajo hipnosis, los Hill reconstruyeron la escena con detalles sacados de una película de serie B: un platillo volador, seres de ojos almendrados, exámenes médicos y un tour por lo que Betty describió como un mapa estelar, cortesía de sus anfitriones.

Dibujos originales


Pero aquí está el truco: los recuerdos inducidos bajo hipnosis son como plastilina, moldeables, maleables y altamente susceptibles a la sugestión. ¿Era un relato auténtico o una obra colectiva entre sus propias mentes y la fascinación cultural de la época? El detalle curioso es que sus versiones no coincidían del todo. Barney, más pragmático y con los pies en la tierra (o eso creía), en un inicio estaba más preocupado por la posibilidad de encontrarse con un oso que con un equipo de cirujanos interplanetarios. Mientras Betty veía visitantes de otro mundo, Barney buscaba una pistola en el maletero.

Y luego está el ovni en sí. Según los Hill, la nave no surcaba el cielo como un avión ni se lanzaba a velocidades vertiginosas. No, este objeto jugaba con el terreno, moviéndose con una cadencia extrañamente sincronizada con las montañas. Se deslizaba, danzaba sobre el relieve, hasta posarse en la cima de Cannon Mountain.

Betty Hill


Una anécdota, por sí sola, no prueba nada. Ni antes ni ahora. Pero hagamos un ejercicio de imaginación: supongamos que debemos tomar el testimonio como verdad absoluta. En investigación, hay un principio que hace que la lógica funcione sin trabarse: la Navaja de Ockham. ¿Su regla de oro? Si tienes varias hipótesis funcionales y equivalentes, quédate con la más simple. Porque, aunque nos duela, la realidad tiende a ser aburrida y obedecer al sentido común.

Este principio es el pan de cada día en cualquier disciplina seria. Pero en la ufología… bueno, ahí las reglas son otras. En ese mundillo, la respuesta más sencilla nunca es suficiente. Se necesita un relato más jugoso, más misterioso, más digno de una película de Spielberg. Si la lógica y la simplicidad fueran el estándar, la mayoría de los "investigadores" del fenómeno ovni se quedarían sin trabajo. Y créanme, si algo hacen bien los ufólogos latinoamericanos, es fabricar teorías donde la respuesta más obvia es la última opción en la lista. ¿Los norteamericanos? Al menos cuando se investigan entre ellos, se exhiben y desmienten con una rapidez que debería hacerles ganar un premio.

Si aceptamos la versión de Betty Hill, hay un par de detalles que piden a gritos una explicación. En sus relatos posteriores, Betty describió un objeto con ventanas y “personas” dentro. Dijo que no podía ser un avión porque se movía demasiado lento. La cosa, según ella, era ovalada, con ventanales amplios y luces parpadeantes. Subía y bajaba sobre las montañas en un movimiento errático, como una pelota de ping pong.

Suena impresionante. Pero aquí viene el golpe de realidad. Según Brian Dunning en Betty y Barney Hill: la abducción extraterrestre original, el misterioso objeto que Betty describió con tanto dramatismo no era otra cosa que… el teleférico de Cannon Mountain. Sí, un maldito teleférico. En la misma dirección en la que miraban, con luces en los extremos y enormes ventanales que dejaban ver a los pasajeros dentro. Y lo mejor: en ese momento, estaba en funcionamiento, subiendo y bajando, justo como Betty lo describió.

El teleférico de Cannon Mountain


¿Podría el error en el caso de Betty Hill ser tan sencillo, tan obvio? Oh, sí. Y todo el mundo lo sabe. Betty se hizo famosa por eso, y Robert Shaeffer no duda en llamarla incapaz de distinguir un OVNI de una farola.

¿Y qué pasa con sus recuerdos durante las terapias hipnóticas? Aquí entra el terreno minado de la hipnosis regresiva, esa broma que la ciencia ya desechó hace décadas. La verdad es que no existe. Solo sirve para ponerle una capa de misticismo a lo que, en el mejor de los casos, es pura fantasía. No te dejes engañar, la hipnosis no revive recuerdos; los inventa.

El mito en torno a las abducciones es que los relatos surgieron casi al mismo tiempo que la "observación" del OVNI. Pero eso es una mentira barata. La primera sesión de hipnosis donde Betty "recordó" su abducción sucedió dos años después de que ella ya hubiera hablado de sus sueños raros. En esos sueños, ya aparecían los alienígenas, la aguja en el ombligo y el mapa estelar. Y claro, si se hipnotiza a dos personas al mismo tiempo, es obvio que ambos van a contar exactamente la misma historia. No es magia, es un truco psicológico.

Betty describió a los extraterrestres de una forma... peculiar. Al principio, eran hombres bajitos con cabello negro y narices gigantes, como la de Jimmy Durante. Un detalle que, por supuesto, se desechó rápido, porque ¿quién quiere esa vergüenza en su relato? Pero, en el mundo de la ufología, esos pequeños deslices desaparecen. Como el incidente en el que dijo haber visto un camión flotando en la carretera. Claro, lo que sea.

Así pudieron verse nuestros populares hombrecillos verdes.


Con el tiempo, Betty fue ajustando su descripción. Ahora los alienígenas tenían cabezas enormes, calvas, piel gris y ojos gigantes. Pero, ojo, esos ojos no eran completamente negros, como suelen ser en los relatos ufólogos. ¿La razón? Resulta que Betty basó su nueva descripción en un episodio de The Outer Limits, esa serie de televisión en blanco y negro. Y de repente, los ojos de los extraterrestres se volvieron grises. Como si fuera un episodio barato de ciencia ficción. Si hubiera decidido seguir con los Jimmy Durante, seguro habría acabado llamándolos "Pequeños Durante".



Y el famoso "mapa estelar" que todos dicen que recibió de los alienígenas… en realidad, es un garabato hecho por Betty. No hay tinta alienígena, ni pergamino misterioso. Ella misma dibujó algo con pluma y papel. Betty nunca dijo que el dibujo representara Zeta Reticuli; esa interpretación vino de una maestra primaria que, al ver el dibujo, decidió que las estrellas conectadas formaban un sistema cercano. Y ¿qué sistema estelar parecía encajar? Zeta Reticuli, claro. Y así, como por arte de magia, el OVNI pasó a ser de allí. Un cúmulo de suposiciones, y ahora cualquiera puede reclamarlo como verdad.

El resto del relato es solo más de lo mismo. Una mancha en su vestido, de origen "desconocido". Los laboratorios hicieron análisis químicos, encontraron que era algo orgánico, y listo. Pero, ¿realmente importa? La mancha podría haber sido causada por cualquier cosa, incluso un hongo. Pero claro, en el mundo de los ufólogos, todo tiene que ser parte del misterio.

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