Las tensiones alcanzaron un punto álgido en los últimos años. Líderes ultraconservadores como el cardenal Raymond Burke o el arzobispo Carlo Maria Viganò, declarado culpable del delito de cisma, han cuestionado su legitimidad y han sugerido que su pontificado es contrario a la fe, a pesar de que ellos mismos son católicos. Para los propagandistas ultraconservadores, Francisco representó una desviación inaceptable de la tradición, llegando a verlo como un peligro para la Iglesia misma. Críticos en medios y redes sociales lo han acusado de promover una agenda “globalista” que, en su visión, erosiona los valores cristianos en favor de un progresismo secular. Incluso figuras políticas ajenas al Vaticano, como el presidente argentino Javier Milei, lo atacaron abiertamente. Milei, quien llegó a llamarlo “zurdo hijo de p...” y “representante del maligno en la Tierra”, terminó moderando su postura tras asumir el poder, evidenciando que en la política —como en la religión— las convicciones pueden ajustarse a la conveniencia.@JMilei explica porque @Pontifex_es es un #papa diabólico#libertarismo #estado @MileiPresi2023 #memesplib https://t.co/yfHYrQEi1F pic.twitter.com/o0m7GZUPOG
— Ismael Clares (@Isma202020) November 12, 2020
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